Estaba contenta mirando el surco de aire en el campo. En la estación, estaba contenta y de contento muriendo. Estaba. Sola y él -a solas - entró por sus rodillas y encontró la entrada a su adentro infantil. Y creciendo se embarazó de una niña. . Necesitaba un poco. O muy poco. Para sobrevivir. Un poco de un poco. De algo que aún no he nombrado. La palabra no fue dicha. Murió de un síncope y se llevó a su tumba de pasto las palabra mágica. Y con él su secreta paternidad y toda la responsabilidad quedó trunca.
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El entró por las costillas y de una astilla hizo una pequeña mujer. Sencilla. Casta y bien intencionada. La mujer creyó en él y le agradeció. Y cada día del calendario Gregoriano, hizo su tarea: se llenó de arrugas y grasa abdominal.
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