miércoles, 2 de julio de 2014

El soplo de Dios y el soliloquio de una mujer descalza (o derecho de pernada)


Estaba contenta mirando el surco de aire en el campo. En la estación, estaba  contenta y de contento muriendo. Estaba.  Sola y él -a solas - entró por sus rodillas y encontró la entrada a su adentro infantil. Y  creciendo se embarazó de una niña. . Necesitaba un poco. O muy poco. Para sobrevivir. Un poco de un poco. De algo que aún no he nombrado. La palabra no fue dicha.  Murió de un síncope y se llevó  a su tumba de pasto las palabra mágica. Y con él su secreta paternidad y toda la responsabilidad quedó trunca.
                                                        *****




El entró por las costillas y de una astilla hizo una pequeña mujer. Sencilla. Casta y bien intencionada. La mujer creyó en él y le agradeció.  Y cada día del calendario Gregoriano, hizo su tarea: se llenó de arrugas y grasa abdominal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario